
🙏 La mujer fue creada por Dios. Dice la Palabra que al principio Dios creo al hombre a imagen y semejanza de Él; no escogió otro molde. Es por ello, que fuimos creados por sus manos y con aliento de vida.
Cuando se establecen las leyes en Levítico; declaran que, cuando la mujer tiene flujo de sangre será inmunda y todo lo que tocare será contaminado, sin embargo la visión de la Menstruación en el Nuevo Testamento es diferente.
“También todo aquello sobre lo que ella se acueste durante su impureza menstrual quedará inmundo, y todo aquello sobre lo que ella se siente quedará inmundo”
Levítico 15: 20 (RVR)
Realmente soy Inmunda
Muchas doctrinas, en la actualidad siguen estos preceptos bíblicos, en los cuales la mujer entra en un periodo de purificación cuando tiene la menstruación y creen que la mujer es inmunda durante el periodo menstrual, durante el parto y el puerperio.
Biológicamente hablando.
Durante el periodo de menstruación de la mujer; el endometrio que son las paredes del útero; desecha la cubierta que crea para recibir el óvulo fecundado.
Al no producirse el embarazo, él expulsa la barrera para crear una nueva; en sí, la mujer se purifica durante la menstruación y dura de 5 a 7 días.
Después del parto; el endometrio retira los desechos que quedaron adheridos por el embarazo y tiene una duración de 35 a 40 días en restaurarse completamente.
No puede tener relaciones, porque su organismo está desechando algo que no es útil y puede ocasionar infección en su pareja.
El Señor es Nuestro abogado
Pero cuando el Señor Jesús cumplió su ministerio, se interpuso entre la ley que nos condenaba y pasó a ser nuestro abogado.
Porque estando bajo la Ley de las escrituras estábamos muertos, por nuestros pecados y concupiscencias; pero por la ley sobrevino la gracia del Señor; que nos hizo aceptables delante del Padre.
“Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; más cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia”
Romanos 5:20 (RVR1960)
Un Nuevo Pacto
Por la ley no teníamos derecho a presentarnos delante de Dios; ante la ley las mujeres que menstruaban estaban impuras y todo lo que tocaba su cuerpo era inmundo porque así lo establecía.
Cuando el Señor Jesús se volvió hombre he hizo su sacrificio en la Cruz del Calvario por nuestro pecados, quitó la inmundicia que había en nosotros.
Limpios por la Gracia
Y llevó todas nuestras iniquidades a la cruz dejándolas allí; nosotros dejamos de estar muertos ante la Ley por el pecado; porque estamos justificados en arrepentimiento por la gracia de Cristo Jesús que nos purifica y limpia.
El Señor rompió el velo que nos separaba del Padre y es nuestro abogado. Ahora no podemos ser llamados impuros porque Él nos purifica
“… Lo que Dios ha limpiado, no lo llames tú impuro”
Hechos 11:9(LBA)
La menstruación en el nuevo testamento ya deja de ser un juicio; pues Jesucristo que es nuestro abogado intercede por nosotros y nos purifica.
Poder y Sanidad
En el tiempo del Señor Jesús, una mujer con flujo de sangre era impura. No se le permitía estar cerca de nadie ni tocar nada.
Había una mujer que tenía tiempo padeciendo flujo de sangre, y escuchó de las maravillas y milagros que hacia el Señor.
Tal vez, dentro de ella comenzó una lucha de acercarse y pedir su milagro antes que los mismos habitantes la apedrearán. Pues su condición no le permitía acercarse a nadie. Cómo lucharía por su milagro.
Aconteció que llego el día y esta mujer estaba determinada a buscar su milagro. No se quedó sentada y oculta. Se armó de Valor y coraje y fue a buscar su milagro. Ella sabía que el Señor Jesús la sanaría pero necesitaba una estrategia.
Así que se escabulló entre la gente y se arrastró delante de Jesús y declaró que si tocaba el borde de su manto ella seria sana. Creyó esta palabra y tomó el manto del Señor, y en ese momento recibió su milagro.
“Pero Jesús insistió: —Alguien me ha tocado, porque me he dado cuenta de que de mí ha salido poder”
Lucas 8:46 DHH
Actitud para ser Purificados
Así como la mujer del flujo de sangre, debemos tener discernimiento y saber cuándo Dios está presentando una oportunidad a nuestras vidas.
- El flujo de sangre puede ser algo que nos de vergüenza; o una situación que azote nuestras vidas.
- Pedir con humildad. Dios no rechaza un corazón contrito y humillado.
- Debemos ser valientes y esforzados; vestirnos de valor y luchar por lo que queremos alcanzar.
- Reconocer que Dios tiene el poder de hacer cualquier cosa.
- Tener fe y actuar. Tomar la bendición que nos pertenece.
“Venid luego, dirá Jehová, y estemos á cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos: si fueren rojos como el carmesí, vendrán á ser como blanca lana.”
Isaías 1:18 (RV1909)