
El nuevo testamento, está lleno de historias de mujeres que se levantaron para dar testimonio de Jesucristo.
En esta oportunidad hemos seleccionado cuatro Mujeres de la Biblia en el Nuevo Testamento, quienes por su fe y devoción tuvieron la oportunidad de ver la gloria de Dios a través de Jesucristo.
Elizabet, y las promesas de Dios.
Elizabet era la esposa de un sacerdote, y a pesar de estar ligada a una familia del sacerdocio, esta mujer era estéril.
“En tiempos de Herodes, rey de Judea, hubo un sacerdote llamado
Zacarías, miembro del grupo de Abías. Su esposa Elisabet también era
Descendiente de Aarón. Ambos eran rectos e intachables delante de Dios;
Obedecían todos los mandamientos y preceptos del Señor. Pero no tenían
Hijos, porque Elisabet era estéril; y los dos eran de edad avanzada.”
San Lucas. 1.5-7 NVI
Pero su fe y la de su esposo la llevaron concebir a Juan el Bautista el profeta enviado por Dios después de muchos años de silencio que anunciaría el perdón e los pecado y el arrepentimiento y que aparte bautizaría a Jesús y vería descender sobre el Espíritu Santo.
Tan pronto como Elisabet oyó el saludo de María, la
Criatura saltó en su vientre. Entonces Elisabet, llena del Espíritu Santo,
Exclamó:
— ¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el hijo que darás a luz! Pero,
¿Cómo es esto, que la madre de mi Señor venga a verme? Te digo que tan
Pronto como llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de alegría la criatura
Que llevo en el vientre.
San Lucas. 1.41-44 NVI
Marta y María amigas del Maestro.
En el nuevo testamento aparecen estas dos hermanas que eran muy amigas del maestro, una se afanaba por que todo estuviese perfecto para e maestro, encargándose de las labores del hogar, es decir pendiente del servicio a Dios más que Dios mismo.
Por su parte su hermana María, se dejaba totalmente a los pies de Jesús, razón por lo cual el mismo Jesús la defendió ante su hermana.
Estos dos ejemplos muestran la verdad del amor a Dios, y el amor a un amigo, y eso les permitió recibir de manos de Jesús el milagro de volver a la vida a su Hermano Lázaro, demostrándonos que cuando somos amigos íntimos de Jesús, Él puede hacer milagros formidables en nuestras vidas.
“Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro”
San Juan 11.5 NVI
Jesús amaba a sus amigos, y te ama a ti también, porque Él es el mismo ayer, hoy, y por los siglos, como lo dice su Palabra.
María Magdalena muestra del perdón de Dios.
Nada más y nada menos que una prostituta, que recibió el perdón de Jesús, y que luego de eso lo sirvió con devoción.
Cual fue el resultado de su amor y su eterno agradecimiento, fue la primera en ver el sepulcro vacío.
“El primer día de la semana, muy de mañana, cuando todavía estaba
Oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que habían quitado la piedra que cubría la entrada”
San Juan 20.1 NVI
Además de ello, fue la primera que pudo ver al señor luego de que resucitó.
“Los discípulos regresaron a su casa, pero María se quedó afuera,
Llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba, se inclinó para mirar dentro del
Sepulcro, y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde había
Estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies.
— ¿Por qué lloras, mujer? —le preguntaron los ángeles.
—Es que se han llevado a mi Señor, y no sé dónde lo han puesto —les
Respondió.
Apenas dijo esto, volvió la mirada y allí vio a Jesús de pie, aunque no
Sabía que era él. Jesús le dijo:
— ¿Por qué lloras, mujer? ¿A quién buscas?
Ella, pensando que se trataba del que cuidaba el huerto, le dijo:
—Señor, si usted se lo ha llevado,
Dígame dónde lo ha puesto, y yo iré por Él.
—María —le dijo Jesús.
Ella se volvió y exclamó:
— ¡Raboni! (que en arameo significa: Maestro)”.
San Juan 20.10-16 NVI
Mostrándonos que no importa cuán oscuro sea nuestro pasado, si nos arrepentimos, dejamos las malas obras y seguimos fielmente con un corazón agradecido a Dios, el abrirá nuestros sepulcros y hará resucitar nuestro corazón para ver en vida sus maravillas.