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Prédicas de Adoración y Alabanza

Estar en la presencia del Señor es un deleite para el alma y para el Espíritu. Habitar delante de su presencia bajo la cobertura de sus alas es una gran bendición.

Dios nos ha dado un corazón adorador; puro y limpio; su amor por nosotros purifica nuestro ser; quita el mal que hay en nuestras vidas y nos restaura. El Señor se ha placido en cuidarnos y darnos lo mejor para que disfrutemos de su gracia y verdad.

“Aclamad a Jehová, porque él es bueno; Porque su misericordia es eterna”

2 Cronicas16:34. (RVR)

Alabanzas al Padre. 

 

Como no adorarle, bendecirle y glorificarle. Dios ha tenido cuidados de nosotros; a pesar de nuestro pecado e iniquidades. Ha levantado nuestras cabezas y afirmado nuestros pies. Ya no estamos en fosas cenagosas sino que ha afirmado nuestros pasos en piedra firme.

Podemos aclamar su santidad y dar voces: ¡Santo!; ¡Santo! es Él; no hay nadie que le iguale en amor, poder y hermosura. Las palabras más bellas son para adorarle y rendir nuestro corazón a Dios.

Jehová, tú eres mi Dios; te exaltaré, alabaré tu nombre, porque has hecho maravillas; tus consejos antiguos son verdad y firmeza.” Isaías 25:1(RVR)

 

Siguiendo las huellas de un adorador. 

 

Podemos enseñar de su gran amor a través de prédicas de adoración y alabanzas que lleven nuestra relación con Dios a un nivel más espiritual.

 

  • Conforme al corazón de Dios.

  •  

Entre los diferentes siervos que Dios amo; se encontraba el Rey David; quien fue un hombre con el corazón  conforme a Él.

El Rey David era un adorador; un hombre de fe, y también un pecador.

En medio de sus defectos y condición carnal logró tocar el corazón de Dios. No porque se justificaba; si no porque a pesar de sus circunstancias el temor a Dios y su primer amor permanecía firme.

“Venid, adoremos y postrémonos; Arrodillémonos delante de Jehová nuestro Hacedor” Salmos 95:6

 

  • Sabiduría que viene de lo alto. 

 

Asimismo; el Rey Salomón,  hijo del Rey David entendió que la sabiduría viene de Dios; le pidió sabiduría y Él le concedió siendo esto de gran ayuda en su reinado.

 Escribió los hermosos cantares; a través de cada una de esas palabras explico el amor de Dios para la iglesia que como esposos se adoran y consuman su unión por medio de la entrega; fe; amor constancia y fidelidad de ambos

“Las muchas aguas no podrán apagar el amor, Ni lo ahogarán los ríos. Si diese el hombre todos los bienes de su casa por este amor, De cierto lo menospreciarían” Cantares 8:7(RVR)

 

  • Al Señor de señores; Rey de reyes. 

 

Dios no ha amado eternamente; sus propósitos fueron explícitos ante nosotros; nos ha llamado a cosas grandes y para ello entrego a su Hijo amado quien se entregó sin dudar por nuestra salvación.

El Señor Jesús fue el sacrificio de amor que Dios padre hizo por nosotros; renunció a su querido hijo y conjuntamente con él fuimos adoptados en el trono celestial.

Adorar a Dios por medio del Hijo es un acto de plena entrega y santificación donde declaramos abiertamente que Él es nuestro Señor y habita en nosotros.

Porque escrito está: Vivo yo,  dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, Y toda lengua confesará a Dios”. Romanos 14:10 (RVR)

 

  • Ven Espíritu de Dios. 

 

Alguien  muy especial en la adoración es el Espíritu Santo; Él es la representación pura del amor de Dios; es hermoso y apacible. Aun nuestros labios no pueden decir: Te adoro Señor, sin que Él lo permita. Así es su magnificencia y su poder.

Nosotros debemos poner la vista en el Padre; gloriarnos en Él; deleitarse en el Señor alivia nuestras pena y nuestro corazón cobra vida en las alabanzas.

Las prédicas de adoración y alabanza a Dios deben traer refrigerio; liberación y bendición  a nuestras vidas; porque Él ha sido un padre fiel. Nos unge con su poder. La gloria sea al señor siempre.

 

Adoremos al Rey. 

Bendito Dios como no adorarte

Como no abrir mis labios para exaltarte

Estar en tu presencia trae gozo a mi alma

Tenerte a mi lado me hace fuete

Y cerca de ti estoy seguro

No quiero separarme de ti

Quiero que guardes mi camino

Y estar siempre bajo el amparo de tus miradas

Alabado seas Padre

Hoy y por los siglos

Amen.