Dios es nuestro Padre y Pronto Auxilio en medio de las dificultades. Es quién corona nuestra vida de favores.
El Señor es fiel, Él ayuda al abatido y al quebrantado, toma el control de todas nuestras vidas y sana nuestras dolencias.
Él es Padre consolador todo lo que existe lo ha creado. Dios no quiere que sus hijos estén abatidos en cuanto a enfermedades.
“Porque yo te devolveré la salud, y te sanaré de tus heridas” –declara el Señor…”
Jeremías 30:17(RVR)
Dios y la Enfermedad.
En el plan de Él no está previsto que estemos enfermos, abatidos y con dolencias.
Pero nuestra condición humana y carácter transitorio de la vida nos permite padecer de enfermedades que afligen nuestro espíritu y que en muchas ocasiones puede endurecer nuestro corazón con Dios
“He aquí, yo le traeré salud y sanidad; los sanaré y les revelaré abundancia de paz y de verdad”. Jeremías 33:6
Sanos por FE.
Dios puede sanar cualquier enfermedad; tiene el poder para hacerlo; el no creer esto es limitar nuestra fe. Es Dios de lo imposible.
Pero a veces hay circunstancias en nuestra salud que nos hacen cuestionar nuestra fe y comenzamos a quejarnos. Tenemos que confiar que él nos sanará
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Fe y Sanidad.
Confiar en Dios en todo momento; Él tiene el control; tenemos que aprender a aceptar su voluntad y esperar en Él.
Job fue un hombre que confió en Dios; aun en la adversidad y en el abatimiento glorifico al Señor; siempre buscó de su presencia. Su fe nunca desmayó.
Dios puede sanar cualquier enfermedad; así como sano a Naamán de la lepra; lo limpió de su inmundicia y lo libero de sus ataduras solo porque creyó que podía hacerlo.
“Él envió su palabra y los sanó y los libró de la muerte”. Salmos 107:20(RVR)
La fe trae sanidad. Dios puede activar su sanidad a través de la fe de sus hijos pero debemos creer que todo es posible.
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Ser Valientes y Esforzados.
La mujer samaritana que padecía el flujo de sangre, tuvo fe y recibió su milagro. No hizo una oración; simplemente creyó en el poder que tenía el Señor Jesús y se atrevió a arrebatar su milagro. Tocó el borde del manto del maestro y fue libre en ese mismo momento.
Por eso los enfermos buscaban a Jesús y a los apóstoles; porque creían firmemente que él sanaría sus enfermedades y les daría libertad de ella.
“No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda.” Hechos 3:6(RVR)
Aun si enfermaré confianza tenemos en Dios que nos ayudará a pasar por estas aguas. El no pondrá una carga tan pesada con la cual no podamos luchar.
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Cuando llega la hora.
Cuando luchamos con una enfermedad terminal es difícil creer que Dios pueda sanarnos. Si es la voluntad de Dios permitir que sanemos está bien; pero si no; lo único que debemos temer es aquello que devora nuestro espíritu y no nuestro cuerpo.
Debemos entender que es un cuerpo físico desgastado, débil y que Dios no dará uno renovado para disfrutar en su presencia.
“Ved ahora que yo, yo soy el Señor, y fuera de mí no hay dios. Yo hago morir y hago vivir. Yo hiero y yo sano, y no hay quien pueda librar de mi mano” Deuteronomio 32:39
Debemos estar firmes, pues Él no nos dejará solo al transitar por la muerte.
Asumir que esta situación forma parte de la vida y que la eternidad es un galardón entregado a quienes han peleado la buena batalla. No estamos solos; Dios va delante de nosotros.
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En Cristo hay Sanidad.
Ninguna enfermedad puede tocarnos; pues el Señor Jesús las llevó cautivas en su cuerpo clavándolas en la cruz.
Hay enfermedades que atacan nuestras vidas que en su mayoría están ligadas a las emociones negativas que albergamos en nuestros corazones y estas a su vez dañan nuestro cuerpo.
Debemos dejar nuestras cargas a nuestro Dios y el responderá pero debemos hacerlo con fe.
“Más Él fue herido por nuestras transgresiones, molido por nuestras iniquidades. El castigo, por nuestra paz, cayó sobre El, y por sus heridas hemos sido sanados” Isaías 53:5(RVR)
Hijos del Rey.
Debemos entender que Dios es nuestro Padre; ningún padre quiere ver un hijo abatido; a veces permite circunstancias que nos preparan para otro nivel en nuestras vidas y que todo ayuda para perfeccionarnos en su amor y excelencia.
“Porque El inflige dolor, pero da alivio; El hiere, pero sus manos también sanan”
Job 5:18(RVR)