
Dios habla el lenguaje del amor; de la unión y la familia. Separar, diluir, romper; no está entre los términos que Dios instituye sobre el matrimonio.
Desde el principio, Dios bendijo a las parejas, para que se juntarán y procrearán. El plan de Dios siempre fue la familia. Cuando unió a Adán con Eva los bendigo para que formarán una sola carne y tuvieran descendencia.
Entonces, ¿es posible los divorcios entre cristianos?
– Realmente no. El detalle es cual, de la pareja se ha alejado de los propósitos del matrimonio y de Dios.
Obviamente en la biblia se habla de la carta de divorcio; pero es para aquellos que se han perdido dentro de sus pasiones y deseos; endureciendo su corazón hacia su cónyuge.
“Él les dijo: Por la dureza de vuestro corazón, Moisés os permitió divorciaros de vuestras mujeres; pero no ha sido así desde el principio.” Mateo 19:8.
¿Por qué han perdido el primer amor?
Cuando ocurren divorcios entre cristianos; es porque dejo de haber algo que era mutuo y ahora es individual. La primera causa de un divorcio es la individualidad, el egoísmo.
Cuando anteponemos nuestras necesidades por encima de nuestra pareja hay un signo de alerta; estamos perdiendo el amor y una de las cualidades principales de este, es que no es egoísta, todo lo puede y todo lo soporta.
Amar no es aguantar todo
Sin embargo, las rutinas, los conflictos, las diferencias de carácter, las responsabilidades y las crisis que conllevan nuestro día a día van opacando el amor. Se extingue la llama, de manera silenciosa frente a nuestros ojos.
El amor en la relación debe cultivarse. Amar es una decisión en la cual aceptamos a la otra persona por encima de nuestro amor propio. Anteponiendo sus necesidades, sus sentimientos y su cuidado.
Cabe destacar que el amor no daña; no se refiere tampoco que se está obligado a soportar humillaciones, maltratos y violencia; esto nos son frutos del amor.
Lejos de Dios, lejos de mi pareja
Lo conlleva a que haya divorcios entre cristianos es:
– Principalmente sucede que ya no tienes tiempo para Dios ni para tu pareja.
– Te has alejado de Dios y él ya no es la base fundamental de tu matrimonio y comienzas a llenar el lugar que le corresponde en tu vida con el trabajo, la rutina y las responsabilidades.
– Ves a tu pareja como un estorbo; porque demanda tiempo de calidad, comunicación y atención.
– Te molesta atender las necesidades de tu pareja
Si estás pasando por esta situación y no quieres perder tu relación debes buscar ayuda. Porque todo indica que la relación acabará si no hacen algo inmediato.
¿Qué debo hacer si no me quiero divorciar?
Existen muchas herramientas que nos ayudarán a restaura nuestra relación, principalmente buscar el rostro de Dios y volcar nuestra mirada a él y a nuestra pareja.
Si las parejas buscan ayuda de Dios; es probable que no haya divorcios entre cristianos; de hechos son muy poco probables. Porque si una relación de matrimonio se ha establecido sobre Dios siempre tendrán las herramientas para seguir adelante sin dañar el lazo que él ordenó desde el principio.
Claves para restaurar mi relación de pareja
– Buscar de Dios:
Debemos presentar nuestras debilidades delante de la presencia de Dios y confiar que su amor restaurará nuestro matrimonio.
– Respetar la autoridad del Hogar:
Una de las claves en las relaciones matrimoniales es que el hombre es el sacerdote del hogar; él es la autoridad sobre la mujer. Dios lo colocó por encima de ella para que la protegiera, la resguarde y ame como así mismo.
No para maltratarla, jactarse sobre ella ni para humillarla. Si este acuerdo no se respeta lo mejor será el divorcio.
– Comunicación:
En toda relación matrimonial debe haber comunicación; si no hay comunicación no hay nada. No existe ningún vínculo si no se habla acerca de lo que sentimos, pensamos o creemos.
– Cultivar el Amor:
Sin amor no podemos lograr nada, Dios debe estar en el centro de nuestra relación. Pero si falta el amor, la relación se vuelve insípida; sin chispa. Debemos tener tiempo de calidad con nuestra pareja; salir y hacer cosas diferentes. Conocerse
-Dios ama el matrimonio
Dios ama el matrimonio de sus hijos. Es su mandamiento unirnos y formar familias multiplicarnos; en su lenguaje no está el divorcio si no el amor, el respeto, la confianza, fidelidad y lealtad.
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