El Espíritu Santo de Dios, ha caminado a nuestro lado; siempre ha querido lo mejor. Nos cuida, nos protege y nos ampara; Él es nuestro Padre y pronto auxilio cuando estamos desesperados.
Existen circunstancias que nos vuelven muy vulnerables en la vida. Las enfermedades son unas de ellas; cuando enfermamos el cuerpo se debilita y consigo se afecta el alma y el espíritu.
Con todas estas adversidades afectándonos, es posible que necesitemos tratamientos; no sólo para sanar las dolencias; si no para sanar nuestra alma.
Orar por los Enfermos
Al realizar una oración al Espíritu Santo por los enfermos, debemos primero entender que es un mandato de Dios.
En la palabra establece muy claro a todos sus hijos que uno de su servicio ante el Padre es: ir a llevar sanidad a los enfermos. Dios nos ha dado está autoridad.
“y sanad a los enfermos que en ella haya, y decidles: Se ha acercado a vosotros el reino de Dios…” Lucas 10:9 (RVR1960)
Dios lleva nuestras cargas y enfermedades y ha autorizado a sus hijos para mover su poder y traer sanidad a quienes les buscan con todo el corazón.
Una persona enferma es un ser vulnerable, débil y sin fuerzas.
El Espíritu Santo siente estas necesidades en sus hijos. Hay veces que activa su poder sanador en sus hijos con más fuerza espiritual, para que los débiles puedan recibir sanidad.
¿Por qué enférmanos si somos hijos de Dios?
Todas las personas son vulnerables a las enfermedades; fuera del mundo espiritual; estamos presente en un mundo físico que está expuesto. Él plan de Dios no era vernos enfermos y débiles.
Dios nos creó con un propósito grande, nos hizo perfectos. En sus planes no estaba que enfermáramos; pero entró el pecado y éste contaminó la carne haciéndonos vulnerable ante estas debilidades.
Actitud ante la Enfermedad
Muchas vece he escuchado que Dios permite que pasemos por enfermedades para probar nuestra fidelidad a Él.
El Padre no pondrá una carga sobre nuestro cuerpo con la que no podamos. Entonces debemos entender que ante todo esto debe haber un propósito.
Hay personas que aun en la enfermedad sienten el gozo de estar en la presencia de Dios.
Están enfermos pero su aflicción no toca su corazón y espíritu. Tiene una actitud agradecida y se someten a la voluntad de Dios con un corazón humilde. Así como Job:
“Yo sé que tú puedes hacer todas las cosas, y que ningún propósito tuyo puede ser estorbado” Job 42:2
Cuando llega la hora de partir
A veces las personas enferman de gravedad; una enfermedad que indica que tenemos que partir.
Estas enfermedades no tienen vuelta atrás. No es que Dios quiera vernos sufrir; pero en este tiempo nos prepara para volver con Él.
Una persona que sabe que tiene poco tiempo a causa de una enfermedad, comienza a sentir temor a ese mundo desconocido al cual partirá. Se quebrantará, vendrá el desánimo y la depresión.
Hasta el Señor Jesucristo tuvo temor antes de morir. Cuando oró en el Monte de Getsemaní lo hizo con gemidos indecibles y su sudor era como gotas de agua.
Ante su temor, siempre confió en la presencia y poder del Espíritu Santo y acepto su voluntad.
“… «Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.” Lucas 22:42 Reina-Valera 1995 (RVR1995)
Al realizar una oración al Espíritu Santo por los enfermos terminales; primero debemos entender los sentimientos que invaden a esta persona. Nuestra oración debe proporcionarle paz.
Indicarle que ha peleado la batalla y que no ha estado sólo. Que el Padre está preparado su morada allá en el cielo; un lugar especial donde irá a descansar
Un propósito en medio de la enfermedad
Cuando realizamos una oración al Espíritu Santo por los enfermos, debemos entender cuál es el propósito detrás de esta situación. ¿Qué está permitiendo Dios que suceda alrededor de la persona con esta necesidad?
El Espíritu Santo sabe lo que requiere el débil; está a su lado, entiende su dolor. Seca sus lágrimas y mira su necesidad. El responde a un corazón afligido y quebrantado.
Aun en la debilidad de nuestro cuerpo, el Espíritu Santo se manifiesta para darnos de su poder el aliento que nuestra alma necesita. Dios tiene el poder de sanarnos, restaurarnos y hacer un milagro en nuestras vidas.
El Espíritu Santo nos ama; no permitirá que nada nos pase; ante la adversidad nos dará fuerza y consuelo para seguir adelante; siempre y cuando sea su voluntad.
El Señor es nuestro médico por excelencia; aun antes del dolor y la perdida Él nos sostendrá; secará nuestra lágrimas y hará lo mejor para nosotros sus hijos.
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